Yo soy aquel que un día tomó tu mano
y miró el cielo después de decirte: ¡Te quiero!
Yo soy el viento que nunca pasa en vano…
y solo sueña con el aroma de tu sendero.
Aquel que llenó tu alma con palabras hermosas
y supo apreciar la sencillez de tu cultura…
El que un día quiso compararte con las rosas
y no encontró palabras pues eres belleza pura.
Yo soy aquel mendigo que un día tocó tu puerta
pidiendo un poco de cariño pues moría de agonía
soy aquel, que dejó su casa abierta
para que entrara tu vida, y con tu vida la mía.(…)
Ya vez, quizás soy todo; y a la vez no soy nada,
soy como la hoja seca que queda después de la flor.
Soy quizás un pobre ciego que necesita de tu mirada
para ver mejor la vida, para ver que soy: ¡El Amor!