He aquí un río, tan hondo que parece infinito
tan abrumador que da miedo escucharlo…
pero bajo sus aguas está mi amor que es un mito
quedó sepultado y vuelvo a contemplarlo.
He aquí una rosa, roja como ninguna,
de pétalos flamantes y espina acechadora,
la cogí no en el monte, sino en aquella llanura,
esperaba un amor y en mis manos está ahora.
He aquí un fragmento de tu pelo -¿te acuerdas?- me lo diste;
lo guardo con celo para que no se me pierda,
lo contemplo a menudo, lo acaricio, no resiste;
parece que al mimarlo de la dueña se acuerda.
He aquí mi almohada, blanda cual las espumas
amiga de mis sueños y consejera de mis problemas
a ella recurro cuando me encuentro en la bruma
cuando por un beso tuyo mis labios se llenan de pena.
Ahora con agua del río riego paciente la rosa
y con la vista, las gotas por los pétalos sigo
adorno tu pelo con ella, ahora está más hermosa
y la guardo bajo la almohada, sobre la almohada, sueño contigo.