Yo no soy tu enemigo, amigo;
el enemigo está en tus manos,
en tu conciencia inocente,
que hoy se aflige. En vano.
Yo no soy tu enemigo, amigo;
el enemigo está en tus fallos.
Si te defraudan, no tildes
de esbirro a los que te defraudaron.
Es tu alma, es tu sangre
los que solo te dejaron.
No fue tu esposa insegura…
tampoco lo fue tu hermano.
Yo no soy tu enemigo, amigo;
tu adversario camina al lado
y está frente a tu espejo,
cuando preguntas: ¿he fallado?
Yo no soy tu enemigo, amigo;
la enemistad está en tu razón,
no en los que firman tu muerte.
Está en los latidos del corazón.